INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
En el
principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era
Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se
hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de
los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no
lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se
llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que
todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de
la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a
todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio
de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de
ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de
carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de
Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de
mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia
tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la
gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito,
que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Celebramos el II Domingo de Navidad.
El amor de Dios, manifestado plenamente en Jesucristo, constituye toda la esencia misma de la Revelación. “Dios nos ama” es el clamor fundamental que recorre desde el origen hasta el final del Cristianismo, y que reivindica su gran aportación en el tejido social.
Ante este amor misericordioso, el creyente responde por la fe, que, en el fondo, es la respuesta libre y obediente a un Dios que se comunica en amor.
En el Evangelio este Domingo de Navidad leemos el Evangelio de San Juan (Jn 1,1-18).
El prólogo de este Evangelio es una introducción solemne, distribuido en siete estrofas de estructura semita, donde se contempla la plenitud de la revelación que nos ha traído Jesucristo, el Logos, el Verbo que ha salido del Padre y se ha hecho hombre, la Sabiduría que estaba en Dios.
Pidamos en esta Navidad el don de la gratuidad, la generosidad, el desprendimiento y la sencillez. Amén.
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