Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
20Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. 21Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. 22Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. 23Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. 24Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! 25¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! 26¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas.
Celebramos el Miércoles de la Vigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario.
La fe es un acto libre y una opción que abarca todos los aspectos de nuestra existencia: voluntad, inteligencia y afectividad. Por la fe, el hombre le ofrece a Dios “el homenaje total de su entendimiento y voluntad”.
En el Evangelio de este Miércoles de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 6,20-26).
Jesús anuncia el Reino de Dios y propone unas bienaventuranzas, y también unas maldiciones. Ante nosotros se presentan caminos que conducen a la salvación y a la felicidad, y caminos que conducen al precipicio y al vacío.
Es el hombre, en su libertad, quien elige su senda, y debemos escuchar los mandamientos del Dios, manifestado en Jesucristo.
Pidamos a Dios que nos conceda amarle con todas nuestras fuerzas y al prójimo como a nosotros mismos. Amén. .
ESPECIAL: FIRMES Y SEGUROS EN JESUCRISTO.
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