Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
49He venido a prender
fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! 50Con
un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se
cumpla! 51¿Pensáis
que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. 52Desde
ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra
tres; 53estarán
divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la
hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la
suegra».
Celebramos el Domingo de la Vigésima Semana del Tiempo Ordinario y la Iglesia celebra la memoria de San Maximiniano Kolbe.
Nuestra vida cristiana ciertamente es una vida espiritual trinitaria: una vida en el Padre, Hijo y Espíritu Santo.
La Trinidad es un Misterio de Amor, un Misterio de Comunión y de Comunicación. Tengamos confianza e intimidad con la Trinidad.
En el Evangelio de este Domingo de la XX Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 12,49-53).
Jesús dice a los discípulos que ha venido a prender fuego en el mundo, y ¡ojalá estuviera ya ardiendo”. Y les recuerda que tiene que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!.
El proyecto de Jesús es destruir el poder destructor que ejerce el pecado sobre el mundo y sobre el hombre, y glorificar al hombre, porque, como decía San Ireneo, “la gloria de Dios es que el hombre viva”.
Seguir a Jesús a veces conlleva no ser comprendido ni siquiera por la familia.
Pidamos a Dios que nos ayude a seguirle con fidelidad y sin miedo. Amén.
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
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