Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
36Luego dejó a la gente
y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Explícanos la
parábola de la cizaña en el campo». 37Él
les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38el campo es el mundo; la buena semilla
son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; 39el enemigo que la siembra es el diablo;
la cosecha es el final de los tiempos y los segadores los ángeles. 40Lo mismo que se arranca la cizaña y se
echa al fuego, así será al final de los tiempos: 41el Hijo del hombre enviará a sus ángeles
y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran
iniquidad, 42y
los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de
dientes. 43Entonces
los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos,
que oiga.
Celebramos el sábado de la Décimo Sexta Semana del Tiempo Ordinario y la Iglesia celebra la memoria de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María.
Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye los nombres de de la Virgen María. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X; el culto a san Joaquín es más reciente.
San Joaquín y Santa Ana fueron grandes a los ojos de Dios por su sencillez y humildad, por su gran fe y porque supieron esperar contra toda esperanza. Joaquín significa “preparación del Señor, trabajo y constancia”. Por su parte, Ana significa “amor y plegaria”.
En el Evangelio de este Sábado de la XVI del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 13,18-23).
Jesús explica a sus discípulos la parábola del sembrador. Se describen cuatro actitudes frente a la palabra del Reino de Dios: quien recibe la semilla sin comprenderla, sin interesarse por ella; el que recibe la semilla con alegría en el momento, pero luego sucumbe a la primera y fácilmente; quien se deja seducir por el propio interés y no para producir frutos a favor del Reino, y quien escucha, comprende, acoge y produce según sus propias capacidades.
Supliquemos a Dios que lo podamos amar con todo el corazón y al prójimo como a nosotros mismos, y tengamos la actitud del que escucha la Palabra y la cumple.
Supliquemos a Dios que no cerremos el corazón a su Palabra y a su Buena Noticia.
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).

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