Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
32Estaban ellos
todavía saliendo cuando le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. 33Y después de echar al demonio, el mudo habló. La gente decía
admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual». 34En cambio, los fariseos
decían: «Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios». 35Jesús recorría todas
las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del
reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. 36Al ver a las
muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas,
«como ovejas que no tienen pastor». 37Entonces dice a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los
trabajadores son pocos; 38rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su
mies».
Celebramos el Martes de la Décimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario .
Sólo cuando somos capaces de mirar a nuestro prójimo con los ojos de la compasión, se genera un caudal de sintonía que nos puede hacer salir de nuestro egoísmo.
En el Evangelio de este Martes de la Décimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 9,32-38).
Jesús continúa enfrentándose a las limitaciones de la gente, “Extenuada y abandonada, como rebaño sin pastor. Esta vez le presentan a un mudo y sordo. Jesús rompe este lazo, realizando la profecía del profeta Isaías que afirmaba que “la lengua del mudo cantará”. Toda la multitud se admiraba, mientras los fariseos le acusa de realizar los milagros por obra del Príncipe de los demonios.
Dirijámonos a Dios con este precioso himno de la Liturgia de las Horas: Abre nuestros ojos, Señor, para que podamos verte a ti en nuestros hermanos y hermanas. Abre nuestros oídos, Señor, para que podamos oír las invocaciones de quien tiene hambre, frío, miedo, y de quién está oprimido... Amén"
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
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