INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
22Cuando
se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron
a Jerusalén para presentarlo al Señor, 23de
acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será
consagrado al Señor», 24y
para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o
dos pichones». 25Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre
justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo
estaba con él. 26Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor. 27Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con
el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la
ley, 28Simeón
lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29«Ahora, Señor, según tu promesa, | puedes dejar a tu siervo
irse en paz. 30Porque mis ojos han visto a tu Salvador, 31a quien has presentado
ante todos los pueblos: 32luz para alumbrar a las naciones | y gloria de tu pueblo
Israel». 33Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del
niño. 34Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido
puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de
contradicción 35—y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se
pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Celebramos el quinto día de la Octava de Navidad.
Navidad cristiana es decir no a todo aquello que a menudo contrasta con el Evangelio y con la dignidad de la persona humana.
En este Quinto día de la Octava de Navidad leemos el Evangelio de san Lucas (Lc 2,22-35).
El Evangelio nos presenta la purificación de María y la presentación del Niño Jesús en el Templo. Allí dos ancianos, Siméon y Ana, reconocen en el niño que es presentado al Esperado y al Salvador.
Simeón era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. Y ante el Niño Jesús, y sus padres, proclama unas palabras llenas de unción y esperanza: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos:
luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel".
¡Oh, Señor, haznos como Simeón, personas de esperanza y justos ante Ti. Llena nuestra vida de confianza y de testimonio, de entrega y de luz, de buenas obras y de solidaridad, justicia y testimonio. ¡Oh, Señor, concédenos lo que más nos conviene y necesitamos!
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