INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
14Cuando volvieron adonde estaba la gente, se acercó a Jesús un
hombre que, de rodillas, 15le dijo: «Señor, ten compasión de mi hijo que es lunático y
sufre mucho: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. 16Se lo he traído a tus discípulos y no han sido capaces de
curarlo». 17Jesús tomó la palabra y dijo: «¡Generación incrédula y
perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros, hasta cuándo tendré que
soportaros? Traédmelo». 18Jesús increpó al demonio y salió; en aquel momento se curó el
niño. 19Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte:
«¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?». 20Les contestó: «Por vuestra poca fe. En verdad os digo que, si
tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a aquel monte: “Trasládate
desde ahí hasta aquí”, y se trasladaría. Nada os sería imposible».
Celebramos el Sábado de la Décimo Octava Semana del Tiempo Ordinario.
Vuélvete a Cristo, al Cristo del evangelio, al Cristo que estuvo en el lago Tiberíades, que paseó por las calles de Jerusalén, que perdonó a la mujer pecadora, que criticó a los fariseos y escribas, que acogió a los niños, que alabó la fe del pagano, que lloró en el Getsemaní, que fue golpeado en los patios de Poncio Pilatos, que fue crucificado en el Gólgota, que resucitó y se apareció a sus discípulos…!
En el Evangelio de este Sábado de la XVIII del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 17,14-20).
Jesús cura a un endemoniado epiléptico, después que se lo hayan pedido a los discípulos para que lo hiciera. Ellos, de momento, no están aún en la plena realidad espiritual y les recuerda que solamente por la fe se realizarán los milagros y las curaciones.
Pidamos generosidad para anunciar y proclamar el Reino de Dios en nuestros ambientes: “Señor Jesús, enséñanos a ser generosos, a servirte como Tú mereces, a dar sin medida, a combatir sin temor a las heridas, a trabajar sin descanso, sin esperar otra recompensa que saber que hemos cumplido tu santa voluntad” (San Ignacio de Loyola). Amén.
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