INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
61Saliendo de allí se dirigió a su ciudad
y lo seguían sus discípulos. 2Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la
multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué
sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? 3¿No es este el carpintero, el hijo de María,
hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con
nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él. 4Les decía: «No desprecian a un profeta
más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». 5No pudo hacer allí ningún milagro, solo
curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. 6Y se admiraba de su falta de fe. Y
recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Hoy celebramos el Domingo XIV del Tiempo Ordinario y la Jornada de responsabilidad en el tráfico.
Toda la vida de Jesús gira en torno a dos grandes ideales y motivaciones. Por un lado, cumplir la voluntad del Padre y comunicarla a los demás; y, por otro lado, trabajar para realizar la misión que Dios le había encomendado: anunciar a todas las personas la Buena Noticia del Reino.
En el Evangelio de Domingo XIV del Tiempo Ordinario leemos el evangelio de San Marcos (Mc 6,1-6).
En contraste con la fe de Jairo y la hemorroisa del domingo pasado, Jesús se encuentra con la incredulidad de sus paisanos. No puede hacer ningún milagro, ya que, sin fe, el milagro no deja de ser un hecho espectacular que falsea el conocimiento de Jesús, y el propio Jesús se extraña de esa falta en los suyos.
El
milagro es un signo de la presencia del Reino
de Dios y exige la apertura a la
fe, y somos invitados a conocer a Jesús y a transformar nuestra existencia
desde su presencia. Pidamos a Dios que nos ayude a seguir y
a amar a Jesucristo, y a reconocerlo en nuestros ambientes y en los que nos
rodean. Pidamos por la unión de las Iglesias. Amén.
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