INTRODUCCIÓN AL BLOG
Evangelio del día + breve explicación en un minuto.
La Iglesia antes de ser evangelizadora y caritativa es escuchadora de la Palabra.
¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen como María de Nazaret! Gracias por tu visita. Si te ha gustado añade me gusta. Compártelo en las redes.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, que ilumina la vida de cada hombre y mujer creyentes. Bien sabemos que «el plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas…y la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (D.V. 2).
15Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de
oveja, pero por dentro son lobos rapaces. 16Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las
zarzas o higos de los cardos? 17Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado
da frutos malos. 18Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado
dar frutos buenos. 19El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. 20Es decir, que por sus frutos los conoceréis.
Celebramos el Miércoles de la Duodécima Semana del Tiempo . Hoy la Iglesia celebra la memoria de San Pelagio.
San Pelagio fue un cristiano martirizado durante el califato de Abderramán III, y canonizado como ejemplo de la virtud de la castidad juvenil.
Su martirio fue por desmembramiento mediante tenazas de hierro. Tras la Batalla de Valdejunquera (920), muchos cristianos del Reino de León fueron llevados prisioneros a Córdoba, entre los que estaban él y su tío, Hermigio, Obispo de Tuy.. Éste fue liberado con el fin de reunir el rescate, mientras que Pelayo quedó en calidad de rehén..
Se dice que el Califa Abderramán III le requirió contactos sexuales, a los que se negó, lo que provocó su tortura y muerte.
En el Evangelio de este Miércoles de la Duodécima Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Mateo ( Mt 7,15-20).
Jesús advierte que ciertas enseñanzas dadas pretendidamente en nombre de Dios pueden causar efectos desastrosos en los hombres. Y señala que solamente por los frutos conoceremos a los creyentes, es decir, coherencia entre enseñanza y práctica, como sucede con el árbol y su fruto.
Pedimos
especialmente a Dios que nos haga crecer en la fe, en la esperanza y en la
caridad. Amén.
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